Oración preparatoria
¡Oh Sangre preciosa de Jesús!, precio infinito del rescate de la humanidad pecadora, bebida y lavatorio de nuestras almas, que protegéis continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema Misericordia, os adoro profundamente, y quisiera, en cuanto me fuere posible, resarciros de las injurias y ultrajes que recibís continuamente de los hombres, especialmente de aquellos que se atreven temerariamente a blasfemar contra Vos.
¿Y quién no bendecirá esta Sangre de valor infinito? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor a Jesús, que la derrama? ¿Qué sería de mí si no hubiese sido rescatado por esta Sangre divina? ¿Quién ha sacado de las venas de mi Señor hasta la última gota? ¡Ah! Ha sido ciertamente el amor.
¡Oh, amor inmenso, que nos has dado este tan saludable bálsamo! ¡Oh bálsamo inapreciable, brotado del manantial de un inmenso amor! ¡Ah! Haced que todos los corazones y todas las lenguas os puedan alabar, ensalzar y dar gracias, ahora y por siempre. Amén.
I
Eterno Padre, os ofrezco los méritos de la preciosísima Sangre de Jesús, vuestro amado Hijo y divino Redentor mío, por la propagación y exaltación de mi querida Madre la Santa Iglesia, por la conservación y prosperidad de su Cabeza visible, el Soberano Romano Pontífice, por los Cardenales, Obispos y Pastores de almas y por todos los ministros del Santuario. Gloria Patri…
Sea siempre bendito Jesús y dénsele gracias, porque con su Sangre nos ha salvado.
II
Eterno Padre, os ofrezco los méritos de la preciosísima Sangre de Jesús, vuestro amado Hijo y divino Redentor mío, por la paz y concordia entre los reyes y príncipes [gobernantes] católicos, por la humillación de los enemigos de la santa Fe y por la felicidad del pueblo cristiano. Gloria Patri…
Sea siempre bendito Jesús y dénsele gracias, porque con su Sangre nos ha salvado.
III
Eterno Padre, os ofrezco los méritos de la preciosísima Sangre de Jesús, vuestro amado Hijo y divino Redentor mío, por la propagación y exaltación de mi querida Madre la Santa Iglesia, por el retorno de los incrédulos, por la extirpación de todas las herejías y por la conversión de los pecadores. Gloria Patri…
Sea siempre bendito Jesús y dénsele gracias, porque con su Sangre nos ha salvado.
IV
Eterno Padre, os ofrezco los méritos de la preciosísima Sangre de Jesús, vuestro amado Hijo y divino Redentor mío, por todos mis parientes, amigos y enemigos, por los indigentes, enfermos y atribulados, y por todos aquellos por quienes sabéis que debo rogar y por quienes queréis Vos que ruegue. Gloria Patri…
Sea siempre bendito Jesús y dénsele gracias, porque con su Sangre nos ha salvado.
V
Eterno Padre, os ofrezco los méritos de la preciosísima Sangre de Jesús, vuestro amado Hijo y divino Redentor mío, por todos aquellos que hoy pasarán a la otra vida, para que los libréis de las penas del infierno y los admitáis con la mayor solicitud en la posesión de vuestra gloria. Gloria Patri…
Sea siempre bendito Jesús y dénsele gracias, porque con su Sangre nos ha salvado.
VI
Eterno Padre, os ofrezco los méritos de la preciosísima Sangre de Jesús, vuestro amado Hijo y divino Redentor mío, por todos aquellos que aman un tan gran tesoro, por todos los que se han unido conmigo en adorarlo y honrarlo, y, en fin, por todos los que se ocupan en propagar esta devoción. Gloria Patri…
Sea siempre bendito Jesús y dénsele gracias, porque con su Sangre nos ha salvado.
VII
Eterno Padre, os ofrezco los méritos de la preciosísima Sangre de Jesús, vuestro amado Hijo y divino Redentor mío, por todas mis necesidades espirituales y temporales; en sufragio de las santas almas del purgatorio, especialmente de las que han sido más devotas del precio de nuestra redención y de los dolores y las penas de nuestra amada Madre María Santísima. Gloria Patri…
Sea siempre bendito Jesús y dénsele gracias, porque con su Sangre nos ha salvado.
Alabada sea la Sangre de Jesús, ahora y siempre y por todos los siglos de los siglos. Amén.
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