Página católica

martes, 27 de julio de 2021

Sacramentales

Agua, aceite y sal: el poder de los sacramentales para combatir al demonio

Además de los sacramentos, los católicos tenemos a disposición los sacramentales. ¿Conoces la forma en que cada uno sirve para combatir al demonio? El poderoso efecto de la sal, el aceite y el agua bendita.

Los sacramentales son signos sagrados que obtenemos por intercesión de la Iglesia, que tienen efectos espirituales, nos predisponen a recibir los sacramentos y sirven para santificar diversas circunstancias de la vida. (CIC 1667)

El exorcismo, este ritual mediante el cual un sacerdote autorizado expulsa al demonio de un poseso, es un sacramental. Se pone en práctica “cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del Maligno y sustraída a su dominio” (CIC 1673).

Además, durante el exorcismo se utilizan otros sacramentales.

En su obra Habla un exorcista, el padre Gabriele Amorth relata los diferentes sacramentales y cómo cada uno puede ser empleado para combatir al demonio. Tengamos siempre presente que lo mejor y más efectivo contra toda acción demoníaca es vivir en gracia. Si estamos cerca de Cristo y recurrimos a los sacramentos, Dios vive en nosotros.

El poder de los sacramentales para combatir al demonio

Agua bendita

Cuando el agua es bendecida, comenta el padre Amorth, se pide al señor que su aspersión genere la defensa contra las insidias del maligno y el don de la protección divina.

Si el agua es además exorcizada, es decir, se le aplica la plegaria de exorcismo, añade otros efectos como ahuyenta todos los poderes del demonio con objeto de extirparlo y expulsarlo. Además, aumenta la gracia divina, protege las casas y todos los lugares donde moran los fíeles contra toda influencia demoníaca.

Aceite exorcizado

Respecto a este sacramental el padre Amort señala:

“Es bueno para la salud del alma y del cuerpo; recordamos aquí el antiguo uso de ungir con aceite las heridas y la facultad dada por Jesús a los apóstoles de curar a los enfermos con la imposición de las manos y ungiéndolos con aceite” (P. 75).

Agrega que El aceite exorcizado posee, además, una propiedad que es específica: separar del cuerpo las adversidades. ¿Qué significa esto? Que, en sus palabra, cuando una persona ha sido sufrido algún hechizo ingiriendo algo, el aceite exorcizado ayuda mucho a desprender y liberar el cuerpo de estas impurezas.

Sal exorcizada

Según el sacerdote, la propiedad específica de la sal es es la de proteger los lugares contra las influencias o las presencias maléficas. “En casos semejantes suelo aconsejar que pongan sal exorcizada en el umbral de la casa o en los cuatro rincones de la habitación o de las habitaciones que se consideran infestadas” (P. 76)

Incienso bendito

Por último, el padre Amorth menciona el incienso, que sirve para alejar a lo demoníaco porque es un elemento de alabanza y adoración a la divinidad.

Por último concluye: “Ese ‘mundo católico incrédulo’ se reirá quizá ante estas supuestas propiedades. Desde luego, los sacramentales actúan con más eficacia cuanto mayor es la fe; sin ésta, son a menudo ineficaces (P. 76).

domingo, 25 de julio de 2021

Santiago Apóstol

 


Apóstol Santiago el Mayor

Óleo sobre lienzo, 135 x 89 cm., del artista Guido Reni, años 1618 - 1623 (Sala  004 del museo Nacional del Prado)

La obra representa a Santiago el Mayor, hermano de san Juan, uno de los apóstoles más cercanos a Cristo, que fue testigo de la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor, le acompañó durante la Oración en el Huerto y estuvo presente en el Prendimiento. La figura del santo se representa de más de medio cuerpo y vestida con una túnica verde y un manto amarillo y forma parte de una fecunda tradición de pinturas y grabados de apóstoles que, de manera independiente o formando parte de apostolados, buscaban potenciar el papel intercesor de los santos entre Dios  y los fieles, siguiendo las consignas de la ContrarreformaSantiago dirige su mirada al cielo y con las manos unidas implora la intercesión divina. La pintura no incorpora complejos atributos iconográficos y el santo se identifica únicamente por el bordón de peregrino, que hace referencia a sus viajes evangelizadores. Según la tradición, el apóstol viajó a España y, aunque volvió a Jerusalén, donde fue martirizado, su cuerpo fue enterrado, siglos después, en Compostela , en el noroeste de España, donde en torno a su tumba se creó el segundo centro más importante de peregrinación cristiana de Europa después de Roma. Aunque fue ya tenida como obra segura de Reni por Bernard Berenson y Hermann Voss, según se recoge en la documentación conservada en el archivo del Museo del Prado, no fue publicada como tal hasta 1955, cuando Cesare Gnudi y Gian Carlo Cavalli, no sólo demostraron su carácter autógrafo, sino que también resaltaron su excelente calidad técnica. Guido Reni, que fue discípulo de los Carracci, se convirtió tras la muerte de éstos en el máximo exponente de la escuela boloñesa y en una figura clave en la proyección del barroco tanto dentro como fuera de Italia. Esta obra es buen ejemplo de cómo el artista consigue aunar el naturalismo caravaggiesco y la monumentalidad de los Carraci y muestra sus excelentes dotes como colorista y dibujante. Sus figuras idealizadas a la vez que realistas, que demuestran tanto el estudio del natural como su conocimiento del arte antiguo y de Rafael, logran hacer que sus obras resulten psicológica y emocionalmente cercanas al espectador. El Museo del Prado, entre otras obras de Reni, posee otros dos apóstoles, un san  Pedro y un san Pablo, de menores dimensiones y formato ovalado, que parecen relacionados entre sí pero no con esta pintura. En el Museo de Bellas Artes de Houston se conserva otra versión de esta obra del mismo tamaño y formato, aunque seguramente posterior, y que presenta sólo ligeras diferencias, como la posición del bastón de peregrino.

Esta obra formó parte de la colección de Isabel de Farnesio, hija de Eduardo II, príncipe heredero del ducado de Parma, y una gran amante de las artes. En 1714 se convirtió en la segunda esposa de Felipe V y llevó consigo a España una nutrida colección de obras de arte -entre las que seguramente estaría esta pintura- y cuyo número iría aumentando a lo largo de los años por adquisiciones, regalos y herencias. El cuadro del Prado se instaló en el palacio  de La Granja de San Ildefonso, sitio real mandado construir por Felipe V. Con posterioridad a 1774, formando ya parte de la Colección Real, pasó al palacio de Aranjuez, en cuya pieza del oratorio se registra en 1794. En 1814 estaba en el cuarto del infante don Francisco en el Palacio Real de Madrid, de donde fue trasladada al Museo del Prado.

sábado, 24 de julio de 2021

San Charbel de Makhlouf

 


Un hombre que ofrendó su vida a la espiritualidad

Uno de los santos más conocidos del Líbano, discípulo de la religión de San Marón. Charbel de Makhlouf fue un monje devoto, cuyos milagros le valieron la beatificación en el año de 1965 por el Papa Pablo VI y su canonización por parte de la iglesia católica en el año de 1977 por el mismo Santo Padre. De este modo, se convertiría en el primer Santo Libanés ante la Santa Sede. 

 

San Marón, 300 A.C. 

San Marón nace como un santo en Aleppo (Siria), siendo un ermitaño. Su trabajo consistía en  predicar la buena fe y dar a conocer un punto de vista completamente fresco a aquel otro predominante en aquellos tiempos; aunado a estas pláticas y predicciones había una gran congregación de personas, logrando así un importante número de devotos. En esta época, inicia un cambio importante en la iglesia del Medio Oriente. La idea de San Marón, contraria a aquella de los monofisitas, predica que Jesús era Dios y humano, que sintió el dolor, el mal y la enfermedad. Por esta razón, la creencia de San Marón era compartida por una importante congregación, dándole el nombre de “maronitas”.

Los inicios de los maronitas se dan a conocer en las montañas, conducidos por Juan Marón, esto con el propósito de proteger a sus seres más cercanos de las ideologías de otras comunidades. Sus características principales son: grupo familiar y de oración, viven cerca de su iglesia. La devoción es uno de los emblemas más fuertes de esta religión. La educación es también importante para ellos, iniciándose en el campo, así como la espiritualidad, que se traduce en la oración. 

 

Un monje milagroso

San Charbel inicia su incursión como monje maronita en el año de 1851, a la edad de 20 años. Uno de los mensajes más importantes que nos transmite es aquella de la historia de los libaneses. Desde pequeño, él cuidaba una cueva con la imagen de la virgen María (ampliamente adorada por este pueblo). Vivió en una escuela de fe, con conceptos claros dentro de su religión, obedeciendo siempre a sus superiores y decidiendo ser ermitaño. Esta elección por parte de San Charbel lo lleva a un régimen estricto. Su vida se basaba en horarios específicos de oración, siendo así que sus plegarias tomaban lugar a las 3:00 AM, 7:00 AM, 1:00 PM, etc. Se alimentaba de vegetales únicamente cultivados por él, y no mencionaba palabra salvo en misa. 

Los hechos más fantásticos de este santo son sus milagros. Muchas personas han sido testigos de ellos. El más destacado fue que, pese a la fecha simbólica de su muerte (25 de Diciembre), el cuerpo de San Charbel se ha mantenido incorrupto. Días después de su fallecimiento, varios monjes comenzaron a notar que un aceite sanguinolento empezó a emanar de su tumba; una vez abierta la cripta, descubrieron a este hombre suspendido en esta agua. El cuerpo fue limpiado y trasladado; sin embargo, este hecho se volvió a repetir. 

Uno de los milagros más conocidos de este monje es aquel de Nohad El Chami, una mujer libanesa paralizada por hemiplejia. Contaba con 55 años y padecía una enfermedad incurable.  Una noche de enero de 1993, tuvo un sueño en el que dos monjes se acercaron a su cama, uno de ellos era San Charbel, el cual caminó hasta ella y puso sus dedos sobre su garganta, indicándole que venía a operarla, a lo que ella respondió: “No es necesario, pues los doctores ya me han dicho que no hay nada que se pueda hacer”. Aun así se dice que San Charbel procedió con esta operación, y, una vez terminada, la mujer pudo caminar. Esta visita por parte de San Marón y San Charbel ha quedado grabada en la memoria de esta mujer, pues tenía los dedos marcados sobre el cuello, donde se dice que este santo la tocó. 

jueves, 22 de julio de 2021

FIESTA DE SANTA MARÍA MAGDALENA

“El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro de Jesús y vio que la piedra estaba fuera de su sitio. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto»” (Jn 20, 1-2).

Sigue narrando el Evangelio: “María se había quedado fuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?». María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo». Jesús le dijo: «¡María!». Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir «¡Maestro!».  Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Voy a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios’». María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que Él le había dicho esas palabras»  (Jn 20, 11-18).


María Magdalena en San Juan Pablo II

Fue San Juan Pablo II quien dedicó gran atención no sólo a la importancia de las mujeres en la misión de Cristo y de la Iglesia, sino también, y con especial énfasis, al papel particular de María de Magdala como primera testigo que vio al Señor Resucitado y primera mensajera que anunció la Resurrección del Señor a los Apóstoles (cf. Mulieris dignitatem, n. 16). Esta especial consideración continúa en la Iglesia de hoy -como lo demuestra el compromiso actual de la nueva evangelización-, que desea acoger, sin distinción, a hombres y mujeres de toda raza, pueblo, lengua y nación (cf. Ap 5, 9), para anunciarles la buena noticia del Evangelio de Jesucristo, acompañarles en su peregrinación terrenal y ofrecerles las maravillas de la salvación de Dios. Santa María Magdalena es un ejemplo de verdadera y auténtica evangelizadora, es decir, de evangelizadora que proclama el alegre mensaje central de la Pascua (cf. colecta del 22 de julio y nuevo prefacio).


María Magdalena en el Papa Francisco

El Santo Padre Francisco tomó la decisión de establecer la fiesta litúrgica de María Magdalena en el contexto del Jubileo de la Misericordia, para subrayar la relevancia de esta mujer que mostró un gran amor a Cristo. Es cierto que la tradición eclesial en Occidente, especialmente después de San Gregorio Magno, identificó en la misma persona a María de Magdala, a la mujer que derramó perfume en la casa de Simón, el fariseo, y a la hermana de Lázaro y Marta. Esta interpretación continuó y tuvo influencia en los autores eclesiásticos occidentales, en el arte cristiano y en los textos litúrgicos relativos a la Santa.


María Magdalena, primera testigo de la Resurrección

María Magdalena formó parte del grupo de los discípulos de Jesús, lo siguió hasta el pie de la cruz y, en el jardín donde se encontraba el sepulcro, fue la primera "testis divinae misericordiae", como recuerda San Gregorio. El Evangelio de Juan que hemos visto narra que María Magdalena lloró porque no había encontrado el cuerpo del Señor y Jesús se apiadó de ella transformando sus lágrimas en alegría pascual.

Así, ella tiene el honor de ser la primera testigo de la Resurrección del Señor, la primera en ver el sepulcro vacío y comprobar la verdad de su Resurrección. Cristo tiene una especial consideración y misericordia hacia esta mujer que le manifiesta su amor buscándole en el huerto con angustia y sufrimiento, con "lacrimas humilitatis", como dice San Anselmo.

Además, es precisamente en el jardín de la Resurrección donde el Señor le dice a María Magdalena: "Noli me tangere" (“No me retengas”). Es una invitación -dirigida no sólo a ella, sino a toda la Iglesia- a entrar en una experiencia de fe que va más allá de toda apropiación materialista y de toda comprensión humana del misterio divino. Tiene un significado eclesial. Es una buena lección para todo discípulo de Jesús: no busques seguridades humanas, sino la fe en Cristo vivo y resucitado.


María Magdalena, apóstola de los apóstoles

Precisamente porque fue testigo presencial de Cristo resucitado, María Magdalena fue también la primera en dar testimonio de Él ante los apóstoles. Cumplió el mandato del Señor resucitado: "Ve a mis hermanos y diles...”  María fue y contó a los discípulos: "He visto al Señor", y lo que le había dicho (Jn 20, 17-18). De este modo se convierte en mensajera que anuncia la buena nueva de la resurrección de Cristo; o, como decían Rabano Mauro y Santo Tomás de Aquino, "apostolorum apostola", porque anuncia a los apóstoles lo que ellos, a su vez, anunciarán a todo el mundo. El Doctor Angélico utiliza acertadamente este término aplicándolo a María Magdalena: ella es testigo de Cristo resucitado y anuncia el mensaje de la resurrección del Señor, como los demás apóstoles.


martes, 20 de julio de 2021

SAN ELÍAS

La memoria de Elías se guardó siempre viva de modo particular en el Monte Carmelo, donde se eligió seguir al Dios de Israel. Según el relato del Primer libro de los Reyes, capítulo 18, el sacrificio de Elías, consumado por el fuego que descendió del cielo, mostró al pueblo que Yahweh era el verdadero Dios.

Elías estuvo disponible para la obra de Dios y enviado a proclamar su palabra. Emprendió un largo viaje por el desierto, un viaje que lo dejó exánime. Se cobijó bajo un árbol y pidió la muerte. Pero Dios no permitió su muerte, sino que lo impulsó a continuar su viaje hasta el monte Horeb. Cuando llegó, Dios se mostró a Elías, no en los consabidos signos del antiguo testamento: fuego, terremoto o del fuerte viento, sino en una ligera brisa. Elías fue enviado nuevamente a su pueblo para continuar cumpliendo la voluntad de Dios.

El día 20 de julio se reúne en el Monte Carmelo una gran multitud de devotos de Elías: cristianos de distintos ritos, judíos, musulmanes. Todos suben allí con los más variados medios de locomoción o a pie, para cumplir sus votos, para presentar a sus niños al bautismo y sobre todo para cantar y danzar en honor del profeta. Desde el interior del monasterio se escucha el rumor de una gran feria: aquella abigarrada multitud se reúne allí cada año en nombre de Elías, el cual continúa ejerciendo su fascinación y su notable influencia eo la vida y en las creencias de aquellos pueblos.De Elías, los Carmelitas aprenden a oir la voz de Dios en el silencio y en lo imprevisible. Intentan estar siempre disponibles a la Palabra de Dios para conformar la mente y el corazón de manera que el modo de vivir y trabajar sea profético y fiel a la memoria de nuestro Padre Elías.

Retrato Bíblico

Es imposible intentar encerrar en cuatro páginas la  personalidad y obra de este gran Profeta.

* Leyendo las pocas páginas que nos hablan de él: 1  Re 17-19, 21 y 2 Re 1-2, podemos intentar descubrir  sus rasgos principales. He aquí algunos:

– El hombre ante Dios: Aparece con frecuencia la  expresión «el Señor a quien sirvo» o «ante el que estoy»; Elías  no comparte con nadie su culto y quiere que el pueblo haga lo  mismo. 

– Llevado por el Espíritu: Ved la respuesta tan sabrosa de  Abdías en 1 Reyes 18, 12. De ahí es de donde procede la  fuerza del alma de Elías y de su libertad interior. 

– Su fe sin divisiones: Cuando el sacrificio del Carmelo (1  Re 18), intenta forzar al pueblo a elegir entre el Dios vivo,  personal, que interviene en la historia, y las fuerzas naturales  divinizadas, los baales. Como nosotros, Elías cree sin ver; porque Dios se lo pide, anuncia la llegada de la  lluvia…, pero sin verla venir (1 Re 18, 41 s).

– Su intimidad con Dios: Su visión de Dios (1 Re 19),  como la de Moisés (Éx 33, 18s), es el modelo de la vida  mística: es todo lo más que se le concede ver al hombre.  Pero Elías sigue siendo un hombre como nosotros,  desalentado, miedoso (19, 1s). El versículo 19, 12 debe  traducirse: «Se oyó el ruido de un silencio»: Dios no está en  las fuerzas de la naturaleza divinizadas, sino que es el Dios  oculto. En su oración -lo mismo que Moisés- Elías no cae en  efusiones místicas, sino que habla a Dios de su misión. 

– Defensor de los pobres: Ante el rey y los poderosos,  defiende al pobre (1 Re 21). 

– Su universalismo: Como cree en Dios sin divisiones y se  deja conducir por el Espíritu, es libre para tratar con los  paganos (1 Re 17); pero también a la mujer pagana le pide una fe incondicional (17, 13). 

– Las florecillas de Elías (2 Re 1 ): Este relato popular, lo  mismo que presentarán luego a Eliseo, contribuirá, por  desgracia, a hacer de Elías un personaje justiciero que  pide el fuego del cielo contra los pecadores. 

– La ascensión de Elías (2 Re 2). Como no se conocía  su tumba, se llego a pensar seguramente que había sido  llevado junto a Dios. Lucas se inspirara en este texto  para su relato de la ascensión de Jesús (Hc 1, 6-11 );  Eliseo, que ve a Elías en su ascensión, recibirá su  espíritu para continuar su misión, lo mismo que los  discípulos recibirán el Espíritu de Jesús por haberlo  visto elevarse. 

Retrato hecho por los hombres 

Nos limitamos al que nos pintan dos célebres  carmelitas:

1º El ilustre historiador Juan Bta. Lezana (+1659)  escribió este magnifico epitafio: 

«Elogio para fijar a la puerta del paraíso terrenal:

+ Aquí vive, oh mortal, aquel celeste celador de la honra  divina. Elías es de doble espíritu, perfecto en la pureza, rico  en virtudes, pobrísimo en bienes terrenos, gran amigo de  Dios, enemigo del diablo, amable con los buenos, terrible  para los impíos, nacido antes de Cristo, converso con Cristo,  reservado después de Cristo contra el Anticristo; Patriarca  eximio. Profeta celebérrimo. Sacerdote grande, Monje, Padre  de los Monjes, siempre casto, Fénix singular.

+ De Cristo futuro apóstol. Mártir, Precursor, Capitán,  valiente defensor, heraldo de la verdad, ardientemente  religioso, maduro sin quebranto, anciano sin vejez, mortal sin  morir, nutrido sin alimento, de una longevidad sin achaques y – ¡cosa admirable! – de una vida santísima que  no se ha de extinguir hasta la consumación de los siglos.

Quien flageló a los tiranos, dio muerte a los sacrílegos,  cerro con su palabra las nubes y tornólas a abrir, ungió  Reyes e instituyó Profetas defensores; por los ángeles fue  anunciado su nacimiento, alimentado en Carit, saludado en  Horeb, donde, en medio de fragorosa  tempestad y conmoción de los montes, cubriéndose con  su palio el rostro, vio en cuanto era capaz, a Dios, el cual se manifestó en el suave céfiro…» 

2º El venerable mariólogo Arnoldo Bostio (+1499) lo  llamó:

«Varón Evangélico antes del Evangelio, Apostólico antes  del tiempo de los Apóstoles , despreciador del mundo y de  todas las cosas perecederas , apasionado seguidor  de lo eterno, primer Virgen, Monje y Eremita, resplandor de  costumbres, regla de virtudes, heraldo de la Virgen sagrada.  Que con la institución de la virginal castidad antecedió por  mucho tiempo al Cordero sin mancha a dondequiera que  hubiera de ir…»

Elías y el Carmelo 

Un grupo de cruzados llegados a Palestina a  mediados del siglo Xll, viendo la maravillosa topografía  del Monte Carmelo, tan apto para la contemplación,  decidieron quedarse allí y se entregaron sin reservas a  imitar la vida del Profeta de Fuego, tal como la describían  los libros de los Reyes, a base de la tradición monástica.  El lugar les ayudaba a «fabricar la miel dulcísima de la  contemplación».

Supuesto el vínculo entre Elías y el Carmelo, entre Elías y la vida religiosa, fijado por los Padres Griegos y Latinos, no es de extrañar que aquellos a quienes ya Santiago de Vitry había designado como «imitadores del santo varón y solitario Elías profeta», en el Monte Carmelo…, cerca de la fuente apellidada de Elías, en la Rubrica Prima de las Constituciones afirman su descendencia de los Padres tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, quienes desde el tiempo de Elías y de Eliseo habían habitado en el Monte Carmelo «para la contemplación de las cosas celestiales».

A pesar de ello, los carmelitas nunca se llamaron elianos, pues tomarán el nombre, como tantas otras Ordenes, no del Fundador, sino del lugar donde nacen.

Elías será para aquellos cruzados que se reúnen en el Monte Carmelo la regla viva, que se propondrán imitar. Para ellos este será el padre que les infundirá su espíritu: Carmelitarum Dux el Pater. 

Para estos primeros carmelitas, la cosa fue fácil: deseaban imitar a aquel hombre extraordinario, tal como lo presentaba la Sagrada Escritura y porque los Padres lo habían visto como el prototipo del monacato.

Así de sencillo es el origen del Patriarcado eliano sobre el Carmelo

Hoy, la así llamada «Cuestión eliana» sobre la sucesión heriditaria o entronque de los carmelitas de hoy con el Profeta Elías, que vive 900 años antes de Cristo, es una cuestión zanjada y, por lo tanto, así admitida: Elías es el Padre Espiritual o el Inspirador del Carmelo. Así lo ha escrito el P. R. Garcia Villoslada, S. J.:

«Pero debemos añadir que no sin fundamento llaman su Padre a Elías, porque los fundadores y después todos los carmelitas miraron siempre a aquel Profeta como a modelo y ejemplar, e inspirados en él, modelaron sus reglas y constituciones. Moralmente, pues, ha influído el Profeta Elías en la Orden Carmelitana casi tanto como San Agustín en los diversos Institutos que llevan su nombre, y se glorían de tenerle por Padre».

Elías, Padre espiritual del Carmelo 

«Elías, aunque no sea él quien les haya dado una Regla escrita, con todo ha sido el ejemplo y el modelo de la santa vida de los carmelitas». Así escribio el celebre humanista benedictino, el Abad Juan Tritemio (+1516).

A esta afirmación de un extraño a la Orden baste añadir un hecho: Entre las estatuas de los fundadores de las Ordenes Religiosas que aparecen en la Basilica de San Pedro en Roma, está tambien la magnífica e impresionante del proteta Elías, con la siguiente inscripcion, escrita por el mismo Papa Benedicto XlII el 26 Junio de 1725: «Universus Ordo Carmelitarum Fundatori suo Santo Eliae Prophetae erexit 1725» (La Orden entera de los Carmelitas, a su Santo Fundador, Elías, Profeta, la erigio el año 1725″).

El entonces Procurador General de la Orden, Eliseo Monsignani, lleno de alegría, cursó a los Provinciales esta comunicación: «Ha llegado el tiempo en que, aun cuando los carmelitas callen, las piedras y los marmoles hablarán y dirán que el profeta Elías es el Padre y Fundador de los carmelitas».

¿De dónde arranca esta paternidad eliana?

El historiador de la primera mitad del siglo XlII, Jaime de Vitry, dice: «A ejemplo e imitación del santo y solitario varón Elías profeta, muchos anacoretas se retiraron en el Monte Carmelo…»

En virtud de esta tradición y de esta historia del patriarcado eliano los carmelitas deben procurar ajustar su vida a la de él. Fue este el testamento que según la tradición dejo San Brocardo, Superior General del Carmelo, a los moradores de aquella Santa Montaña antes de expirar: «Ajustad vuestra vida a la vida ejemplar de la Bienaventurada Virgen María y de nuestro fundador, el Santo Profeta Elías».

El ha de ser para nosotros el espejo en el que a diario debemos mirarnos, como lo hacía San Antonio. Es lo que afirma el Bto. Juan Soreth (+1471 ) en su Exposición de la Regla:»Nosotros somos los Hijos de los Profetas, no según la carne, sino por la imitación de sus obras. El Redendor decía a los judíos que se gloriaban de proceder de Abrahám: «Haced las obras de Abrahám». Así hoy se debe decir a los carmelitas: «Haced las obras de Elías».

Así nos presenta a Elías el libro más importante de la espiritualidad Carmelitana después de la Regla, la Institucion, como ejemplo a imitar.

He aquí un hecho básico e indiscutible: La conciencia moral eliana del Carmelo, su procedencia eliana en cuanto a la concepción contemplativa y apostólica de la vida religiosa.

Esto afirmaba el celebre Tomas Waldense, cuando deseaba que fuera pare los carmelitas N. P. S. Elías «una fuente de vida espiritual, un ideal que incite a la imitación y estimula al celo por el Dios de los ejércitos, de modo que, la vida espiritual del Carmelo halle en él, Elías, su especificación y su inspiración».

Su espiritualidad y su mensaje 

En cuanto precede ya va implícita y explícita su espiritualidad y su mensaje para el hombre de hoy, que no puede ser mas actualísimo.

Todo él se resume en su doble espiritu, que siempre enarbolo el Carmelo como fundamento de su espiritualidad:

Este era su lema en doble vertiente:

a) Vida contemplativa. intimidad divina: «Vive el Señor, en cuya presencia yo vivo, yo estoy» (1 Re 17, 1).

b) Vida apostólica, celo por la gloria de Dios y la justicia: «Me abraso de celo por el Señor, Dios de los ejercitos» (1 Re 19, 10).

Elías Profeta es el CANTOR incansable del Dios vivo.

Si a este doble espiritu se le añade el amor tierno y filial a MARÍA -a la que según la tradición el viera prefigurada en la celebre Nubecilla (1 Re 19, 44)- ya esta completo el CARISMA DEL CARMELO.

Nos recordaba el papa Juan Pablo II el 24 Septiembre de 1983:

«Vuestro carisma hunde sus raíces en el Antiguo Testamento y se centra en torno a la grandiosa figura del Profeta Elías, el Profeta del Nuevo testamento.

El fue un hombre de Dios, Maestro testigo de oración. Como hijo del pueblo, es un ejemplo a seguir por vosotros de como teneís que preocuparos de las necesidades del prójimo. Ello quiere decir que vosotros debeis ser hombres de Dios, testigos de la transcendencia divina, apóstoles de la Divina economía»

Resumiendo:

+ que prediquemos y vivamos al Dios único y verdadero.

+ que demos muerte a los muchos ídolos que nos rodean.

+ que vivamos siempre en la presencia del Señor.

+ que contemplemos a María y tratemos de imitarla.

Su oración 

‘Dios todopoderoso y eterno, que concediste a tu Profeta Elías, nuestro Padre, vivir en tu presencia y arder por el celo de tu gloria, concédenos buscar siempre tu rostro y ser en el mundo testigos fervorosos de tu amor’. Amén.

jueves, 15 de julio de 2021

16 de julio: BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO

 

La fiesta de Nuestra Señora del Monte Carmelo es una de las celebraciones marianas más populares y más queridas en el pueblo de Dios. Casi espontáneamente nos traslada a la tierra de la Biblia, donde en el siglo XII un grupo de ermitaños comenzó a venerar a la Virgen en las laderas de la cordillera del Carmelo. De este pequeño grupo de hermanos, reunidos junto a la fuente de Elías, nacerá lo que hoy es la Orden de los Carmelitas, consagrada a la Virgen del Monte Carmelo, Madre del Señor. En la Escritura se hace referencia muchas veces a la vegetación exuberante del sagrado monte del Carmelo (cf. Is 35,2; Cant 7,6; Am1,2), ligado desde antiguo a la experiencia de Dios a través de la vida y el ministerio del profeta Elías (1Re 18,19-46). La frondosidad y la belleza del Carmelo evocaban aquella otra belleza que adornó siempre a María: su docilidad a la palabra de Dios, su oración callada y su fe inquebrantable. A ella se le pueden aplicar con razón las palabras del profeta Isaías: "Le han dado la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón" (Is 35,2).

El Carmelo Teresiano y la Virgen María 

Nuestra Señora del Monte Carmelo es venerada y contemplada como modelo de fe y de oración. Los frailes y monjas carmelitas, los laicos del Carmelo Seglar y cuantos se sienten unidos espiritualmente a la gran familia del Carmelo, la acogen como su madre y hermana, constante inspiradora de una contemplación fuerte y fecunda, centrada en la obediencia fiel a la Palabra de Dios.

Para la Virgen María es "la Madre Sacratísima" que "estaba siempre firme en la fe" (6 Moradas 7,14), llena de "tan gran fe y sabiduría" que siempre aceptó en su vida los caminos de Dios, escuchando humildemente la Palabra (cf. Conceptos del Amor de Dios 6,7).

Para San Juan de la Cruz María fue siempre dócil a los impulsos del Espíritu Santo, pues "nunca tuvo en su alma impresa forma alguna de criatura, ni por ella se movió, sino siempre su moción fue por el Espíritu Santo" (3 Subida 2,10). María, que "guardaba todas las cosas y las meditaba en su corazón" (Lc 2,19) y que vivió siempre unida en la fe y el amor con Cristo su Hijo, es modelo e ideal evangélico para todos los carmelitas. La celebración de santa María del Carmelo es la fiesta en la que la Orden de los carmelitas y cuantos viven unidos al Carmelo reconocen a María como "modelo acabado del espíritu de la Orden" (Constituciones OCD, 49) y fuente de protección y auxilio en Cristo en medio de las adversidades de la vida, de lo cual es un signo elocuente el escapulario del Carmen.

Comentario a las lecturas bíblicas de la Misa

1 Re 18, 42-45

Gal 4, 4-7

Jn 19, 25-27

La primera lectura (1 Re 18,42-45) pertenece al llamado "ciclo de Elías", antigua colección de historias de este profeta que dejó una impronta imborrable en la memoria del pueblo de Dios. Elías (en hebreo: "Eliyaju = "Yahvéh es mi Dios") es el gran profeta de la fe y del celo por la gloria de Dios. En la época de Elías el pueblo vivía en una situación extrema de confusión religiosa, a tal punto que había llegado a seguir a Baal, un dios extranjero de la fecundidad, al que consideraban la verdadera fuente de los bienes de la naturaleza, que enviaba la lluvia y el rocío para fertilizar a la madre tierra. El profeta Elías, para probar que sólo Yahvéh controla la naturaleza, había jurado que no habría lluvia ni rocío si no cuando él lo ordenara con su palabra profética (1 Re 17,1). Después de algunos años de sequía y gracias al ministerio de Elías el pueblo había vuelto a reconocer al verdadero Dios (1 Re 18,20-40). Cuando el pueblo se convierte, Dios está dispuesto a dar la lluvia de nuevo. Elías entonces invita al rey Ajab a "comer y beber" (1 Re 18,41), es decir, lo invita a hacer fiesta porque el pueblo ha vuelto a su Dios y el Señor mandará otra vez el agua sobre la tierra: "Sube, come y bebe porque ya se oye el ruido de una lluvia torrencial" (1 Re 19,41). Probablemente Ajab había estado ayunando por largo tiempo, a causa de la sequía, como signo de luto y penitencia, según la costumbre que se seguía en tiempo de calamidades (cf. Joel 1,14). Por su parte, el profeta sube a la cima del Carmelo. Las siete veces que manda a su criado a observar el mar para ver algún signo de lluvia, indican la seguridad que tiene en la palabra que Dios había pronunciado: "Yo voy a hacer llover sobre la tierra" (1Re 18,1). Mientras el criado va a mirar, Elías ora "postrado rostro en tierra con el rostro entre las rodillas" (1 Re 18,42). A la séptima vez, el criado le dijo: "Sube del mar una nube pequeña como la palma de una mano" (1 Re 18,44). Finalmente llega el signo que el profeta esperaba. Le basta una pequeña nubecilla para intuir que Dios enviará la lluvia sobre la tierra y así se lo hace saber al rey diciéndole: "vete, antes que la lluvia te lo impida" (1 Re 18,44). En aquel momento, "el cielo se oscureció con nubes, sopló el viento y cayó agua en abundancia" (1 Re 18,45). Elías entonces corre delante de Ajab, como hacían los caballeros delante del rey para anunciar la victoria; solamente que aquí la victoria no ha sido del rey, sino de Dios, de Elías y del pueblo. El final de la sequía había dejado en claro que Yahvéh era el único Dios, fuente de la fecundidad y de la bendición, y cuyo poder alcanza a toda la naturaleza.

"Sube del mar una pequeña nube" (1 Re 18, 44)

Desde los orígenes del Carmelo esta lectura ha sido interpretada en clave mariana. Se trata de una interpretación que, aunque no responde al sentido literal del texto, se sirve alegóricamente de aquel acontecimiento para contemplar la vocación y el misterio de la Madre del Señor. Aquella pequeña nube, contemplada por Elías como presagio de la bendición de la lluvia, ha sido vista como un signo de María. Ella, la pequeña "sierva del Señor" (Lc 1,38), pequeña y fecunda como la nubecilla del Carmelo, con su fe y su disponibilidad al proyecto salvador de Dios ha representado para la humanidad un nuevo inicio en la historia de la salvación. En ella, "pequeña nube" elegida desde siempre por Dios, se ha escondido el Verbo eterno para dar la vida al mundo. En la tierra de la Biblia, además, la lluvia era una expresión privilegiada de la bendición divina y aparecía íntimamente ligada al don de la tierra. Por eso la lluvia del Carmelo también evoca la figura de María: ella es, en efecto, la "llena de gracia" (kejaritoméne) (Lc 1,28), la "bendita entre las mujeres" (Lc 1,42). María es, en efecto, un sacramento de la bendición divina y un pequeño signo de Dios, que en ella "ha hecho grandes cosas" (Lc 1,49). Dios ha mostrado en ella su amor benevolente, haciéndola digna morada del Mesías, Hijo de Dios, "fruto bendito de su vientre".

La segunda lectura (Gal 4,4-7) hace referencia a la Madre de Jesús sólo en forma indirecta. Pablo afirma: "Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su propio Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley…" (Gal 4,4).

"Nacido de una mujer..." (Gal 4,4)

El texto en primer lugar evoca la larga historia de las intervenciones salvadoras de Dios en "el tiempo" de la humanidad. Cuando el Padre envía a su Hijo al mundo, llega "la plenitud del tiempo", el punto culminante de la historia salvífica. Es en este momento decisivo y pleno de la redención cuando Pablo menciona el nacimiento de Cristo en la carne ("nacido de una mujer"). Esta mujer es María, colocada en el mismo centro del proyecto salvador de Dios. En ella, el Mesías—Hijo de Dios llega a ser verdadero "hermano" nuestro (Heb 2,11), compartiendo nuestra propia carne y sangre (Heb 2,14).

En el evangelio (Jn 19,25-27), junto a la cruz de Jesús aparece congregada simbólicamente la Iglesia, representada por "su Madre" y por "el discípulo a quien amaba" (19,25-27). María es figura de Sión, que reúne y engendra a sus hijos. De Sión—Jerusalén, que después del exilio recibía a sus hijos dentro de sus muros y en torno al templo, había dicho antiguamente el profeta: "¿Sin estar de parto ha dado a luz, ha tenido un hijo sin sentir dolor. ¿Quién oyó jamás cosa igual? ¿Quién vio nada semejante? ¿Nace un país en un solo día? ¿Se da a luz un pueblo de una sola vez? Pues apenas sintió los dolores, Sión dio a luz a sus hijos" (Is 66,8). Al pie de la cruz, en lugar de Jerusalén, aparece ahora María, madre de los hijos de Dios dispersos, reunidos ahora por Jesús (Jn 11,52), verdadero "templo" de la nueva alianza (Jn 2,21). María es la nueva Jerusalén—madre, la Hija de Sión a la que el profeta decía: "Levanta la vista y mira a tu alrededor, todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos" (Is 60,4). Ahora es Jesús, quien dirigiéndose a su madre, le dice: "He allí a tu hijo". A imagen de Jerusalén—madre, María es la madre universal de los hijos de Dios, congregados en Cristo, principio de la nueva humanidad.

"Ahí tienes a tu madre..." (Jn 19,27)

Jesús luego se dirige al discípulo y le dice: "He allí a tu madre". El discípulo "a quien Jesús tanto amaba" (Jn 19,26) es imagen del creyente de todos los tiempos. Por eso las palabras de Jesús hacen que la maternidad de María alcance una dimensión eclesial que se extiende a todos aquellos que siguen con fidelidad hasta la cruz. El discípulo acoge a la Madre de Jesús como algo suyo. "Desde aquella hora, el discípulo la acogió entre sus cosas propias" (literalmente en griego: eis ta idia, que no es simplemente "en su casa", como leemos en tantas traducciones). Cada vez que Juan utiliza la expresión eis ta idia le da a la frase un valor existencial y personal. Se trata de las cosas propias de alguien, de personas o cosas de inmenso valor para él (cf. Jn 8,44; 10,4; 16,32; etc.). Las "cosas propias" del discípulo son sus bienes espirituales, sus valores más profundos en la fe, entre los cuales hay que incluir la palabra de Jesús (Jn 17,8), la paz que el mundo no puede dar (Jn 14,27), el don del Espíritu (Jn 20,22); etc. Entre esos bienes propios del discípulo ahora aparece también María. La Madre del Señor pasa a ser parte del tesoro más preciado del discípulo creyente. Cuando ha llegado la Hora, al pie de la cruz nace la nueva familia de Jesús, símbolo de la iglesia de todos los tiempos: "su Madre y sus hermanos", (cf. Mc 3,31-35).

María es...

María es la nueva tierra que Dios fecunda con su Espíritu (Lc 1,35a; Gen 1,2; Ez 37,14; Sal 104,30), es el nuevo tabernáculo de la alianza, cubierto con la sombra del Omnipotente (Lc 1,35b; Ex 40,34; Sal 91,1; 121,5); el nuevo Israel que dialoga con Dios y cumple su alianza para siempre (Lc 1,34.38; Ex 19,8; Jos 24,24). María es mujer de nuestra historia, abierta a Dios y a los hombres, que ha realizado plenamente su vida en actitud de gratuidad, en honda entrega por los otros.

Dios se ha expresado a sí mismo en la vida de María, en la que descubrimos su misterio de amor, su comunión perfecta. En ella, "pequeña nube del Carmelo", "lluvia fecunda de bendición" para la humanidad entera, descubrimos que Dios es Padre porque engendra a Jesucristo, su Hijo, en sus entrañas santísimas. Sabemos que es Hijo porque nace como hijo de mujer en medio de la historia. Y sabemos que es Espíritu de vida, comunión de amor que actúa, que se vuelve cercanía entre nosotros. Acojamos también nosotros a María, madre del Señor y madre nuestra. Ella es nuestro modelo en el seguimiento de Cristo, nuestro auxilio y protección en las adversidades de la vida. Verdadera madre de la Iglesia y de cada uno de los discípulos de Jesús.

miércoles, 14 de julio de 2021

14 de julio: SAN CAMILO DE LELIS Y LOS ENFERMOS


PALABRAS DE SAN CAMILO


Los enfermos son nuestros amos y señores.

Los enfermos son la pupila y el corazón de Dios.

Los enfermos son la herencia y el patrimonio de Cristo.

El que sirve a los enfermos, sirve y cuida a Cristo nuestro Redentor.

El hospital es el jardín perfumado y delicioso de la caridad.

Entre las obras de caridad cristiana ninguna agrada más a Dios que la del servicio a los pobres enfermos.

Bienaventurado y dichoso el servidor de los enfermos que gasta su vida en este santo oficio con las manos metidas en la pasta de la caridad.

Dichosos vosotros que tenéis tan buena ocasión de servir a Dios a la cabecera de los enfermos.

Dichosos vosotros si podéis ir acompañados al tribunal de Dios por una lágrima, un suspiro o una bendición de estos pobres enfermos.

Sirvan al enfermo como una madre sirve a su único hijo enfermo.


ORACIÓN A SAN CAMILO DE LELIS

Glorioso San Camilo, que asististe a los enfermos como si fueran tus hijos, tú, que eres su celestial Patrono, protege al hombre que sufre para que no pierda la esperanza; ayuda a los buenos samaritanos que los atienden. Presenta al Señor nuestras oraciones; sólo Él puede guardarnos de todo mal y convertir los dolores de nuestro cuerpo y la soledad de nuestras almas, en frutos de alegría y de amor. Amén.