En la Epopeya de Gilgamesh existe un informe sobre el diluvio, muy anterior al que conocemos en la biblia hebrea. Así, entonces, en Nínive se encontró quizás el informe más antiguo sobre una catástrofe provocada por enormes inundaciones.
Pero en los informes de otros pueblos, existe información muy parecida. Necesariamente este hecho nos lleva a plantearnos las siguientes preguntas: ¿quedó antiguamente la tierra cubierta por un solo enorme diluvio, del que cada pueblo informó según sus observaciones? o ¿Hubo más bien varias catástrofes provocadas por inundaciones, una de las cuales se convirtió en el objeto de este estudio?
El relato del diluvio no sólo se ha encontrado en relatos egipcios, japoneses o africanos, sino también en Irán, la India, Siberia, Indonesia, Australia, incluso, los griegos. Estos últimos tenían una leyenda en la que un tal Deucalión sobrevivió al diluvio gracias a una barca.
Alexander Von Humboldt informó que los indios del Orinoco, en América del Sur, aseguraron que sus antepasados llegaron a las cumbres más altas de las montañas montados en canoas, “en la época de las grandes aguas”.
El informe más moderno procede del siglo III a.C. y corresponde al del sacerdote caldeo Berosso, quien, bajo el reinado del rey sirio Antíoco Soter (280-270 a.C.), escribió tres libros en griego; la leyenda más antigua corresponde a la babilónica que surgió aproximadamente hacia el año 1700 a.C.
El informe más conocido sobre una gran inundación procede de la narración babilónica, y está incluida en la conocida epopeya de Gilgamesh, una antigua leyenda babilónica que lleva el nombre de su capital. En ella se observa la elaboración poética y la línea mitológica de un material de origen sumerio.
El texto de la undécima tablilla de la epopeya de Gilgamesh dice, más o menos así:
«El rey Gilgamesh de Uruk (el héroe de la narración) tenía miedo de morir, y buscaba una posibilidad de sustraerse a la muerte. Durante sus incansables peregrinaciones venció difíciles montañas y llegó a traspasar el agua de la muerte’.
Entonces se encontró con su antepasado Utanapistim, ‘el día de la vida’. Éste le contó cómo, gracias a su obediencia a Ea, el dios de la sabiduría, le había salvado del diluvio, alcanzando así la inmortalidad.
Los dioses habían decidido destruir a la humanidad por medio de un diluvio. Como estaba prohibido dar a conocer las decisiones tomadas por los dioses, Ea habló al cañaveral tras el que se había ocultado Utanapistim.
‘Destruye la casa, construye una barca, mete en ella todas las cosas, todas tus riquezas y busca la vida…’. Así, entonces, Utanapistim construyó una enorme barca cuadrangular de ciento veinte codos de lado, que distribuyó en siete pisos, cada uno de los cuales tenía nueve estancias. Tapó todas las junturas y las grietas con betún.
Cargó en la barca el oro y la plata, toda clase de animales y provisiones, y finalmente montó en la barca junto con su familia y los artesanos que construyeron la barca.
Estalló entonces una terrible tempestad, el viento azotó los mares y la tierra, y un enorme diluvio inundó todo el territorio, de tal modo que hasta los dioses se asustaron. El diluvio cesó el séptimo día y la tormenta amainó.
Utanapistim abrió una portilla. La barca quedó encallada en el monte Nisir, situado posiblemente al sur de Nínive, en la cadena de montañas enclavadas hacia el sur. Entonces Utanapistim soltó pájaros para ver si el agua había bajado. La paloma y la golondrina regresaron pero el cuervo no».
Ésta es una traducción libre, pero dejemos ahora que sea la propia epopeya de Gilgamesh la que siga informándonos:
«Solté a los animales a los cuatro vientos, hice una libación y construí un altar en la cumbre de la montaña.
Los dioses se reunieron para percibir el olor, y las moscas se arrimaron en seguida sobre el sacrificio… Antes, Utanapistim era un hombre, pero a partir de ahora sería igual a los dioses». (Gilgamesh 11, 202-203).
Esta narración babilónica tiene una asombrosa semejanza con el informe bíblico. Y, sin embargo, la tradición del Génesis no puede derivarse de la babilónica, dejando aparte el hecho de que la narración babilónica trata de una cultura posterior, ya que habla de artesanos, de oro y plata.
Aquí es donde surge la cuestión de si el informe babilónico no procedería de la propia biblia. Pero eso también sería imposible, ya que la confección de la biblia corresponde con una fecha más reciente que la narración sumeria.
Ante esta cuestión se puede plantear la hipótesis de que quizás ambos informes, tanto el de la biblia como el babilónico tuvieran una fuente común.
Actualmente se acepta que en la literatura de los babilónicos y sumerios había algunos informes sobre el diluvio, que éstos se extendieron por el norte, el este y el sur de Mesopotamia, llegando con ello, a los lejanos antepasados de los hebreos. El hecho de que existe estrechos paralelismos entre ambos informes lo vemos en Génesis 11. Allí se dice que, después del gran diluvio se establecieron en el país de Senaar, al sur de Babilonia. Y según los resultados de las investigaciones modernas, ésta debió ser una zona que en otro tiempo tuvo que quedar cubierta por las aguas.
Entre los especialistas no hay acuerdo sobre si la gran catástrofe bíblica que inundó Mesopotamia correspondió con el gran diluvio (6.000- 5.000 a.C.) o el pequeño diluvio (3.000 a.C.).
Aun cuando no se ha aclarado la fecha histórica del castigo divino, no queda la menor duda sobre su causa: “La tierra estaba corrompida en la presencia de Yahveh: la tierra se llenó de violencia. Dios miró la tierra, y he aquí que estaba viciada, porque toda carne tenía una conducta viciosa sobre la tierra” (Gn 6, 11-12).
Actualmente los investigadores están de acuerdo en que en todas las leyendas, informes y tradiciones, etc., no fueron un simple producto de la imaginación, mitológicos, sino que siempre contenían un verdadero núcleo histórico que era revestido de aspectos de acuerdo con el círculo cultural en el que vivía el narrador.
El diluvio de 6.000 a 5.000 a.C. fue de enormes consecuencias.
Unos mundos se hundieron y otros surgieron. Estos milenios estuvieron repletos de catástrofes ocasionadas por el agua que dieron a la tierra su aspecto o configuración actual. En efecto, este gran diluvio, tuvo efectos incluso en América central y en los mares del sur.
Víctor Gamboa Delgado
Teología Histórica
Instituto Internacional de Teología
Imagen: La tablilla sobre el diluvio de la epopeya de Gilgamesh, escrita en acadio (Museo Británico).
Fuente: El Misterio Bíblico, Hans Einsle
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